Botonera

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3.12.17

VII. "CINE Y EXILIO. FORMA(S) DE LA AUSENCIA, José Luis Castro de Paz, Shangrila 2017




María Casares



[María Casares o] la belleza de un movimiento total.
Roland Barthes


Aunque ávida espectadora cinematográfica desde su temprana llegada al esperanzado Madrid republicano de 1931, entre las motivaciones de la firme decisión de María Casares de dedicarse a la interpretación tras su exilio no parece ocupar el cine siquiera un lugar secundario. Con todo, su intensa y durísima preparación teatral, que compaginaba con los estudios de ballicherato en el liceo Victor-Duruy, y que le obligaba a una doloroso intento de evacuación de todo lo que le unía al idioma español –una castración de lenguaje que constituía una forma más, y no menos brutal, de desarraigo y motivo de lacerante melancolía–, incluía, además del parisino Conservatorio de actores y las clases de madame Bauer-Thérond, los cursos particulares de René Simon en la rue de Madrid, a los que asistían con asiduidad observadores cinematográficos a la búsqueda de “algo interesante en aquel semillero” [...]

Aunque los años cuarenta iban a resultar a la postre el periodo más brillante de su trayectoria ante la cámara, ello ha de situarse antes en el haber intuitivo de cineastas de la talla de Carné, Robert Bresson, Jean Cocteau o Christian Jaque que ―como en ocasiones se ha insinuado― de la cuidadosa selección de las propuestas recibidas por parte de la actriz. La precaria situación económica de sus primeros años parisinos no le permitía entonces demasiados miramientos a la hora de elegir trabajo y, además, su casi inmediato desencanto del medio cinematográfico ―a cuyas motivaciones trataremos de referirnos―, acabaron convenciéndola de que ya que era imposible esa entrega directa y total, a la obra y al público, del escenario teatral, verdadera (extensión de la) vida para ella, su función en el plató iba a limitarse a ofrecer cuerpo, rostro y voz al director en cuestión, verdadero oficiante –como bien comprendió desde el primer momento– de este arte del fragmento en el cual no encontraba placer ni, por otra parte, analogía alguna con respecto al teatro [...]