Botonera

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16.2.17

IV. "ABEL FERRARA. EL TORMENTO Y EL ÉXTASIS", Rubén Higueras Flores y Jesús Rodrigo García (coords.), Shangrila 2017




Simone Weil


El auténtico héroe, el verdadero tema, el centro de La Ilíada es la fuerza. La fuerza empleada por el hombre, la fuerza que esclaviza al hombre, la fuerza ante la que la carne del hombre se retrae. El espíritu humano aparece en todo momento en esa obra modificado por sus relaciones con la fuerza, arrastrado, cegado por la misma fuerza que imaginó poder controlar, deformado por el peso de la fuerza a la que se somete [....]
Definir la fuerza –esa X que convierte en una cosa a todo aquel que está sometido a ella [....] Hace de él un cadáver. Alguien estuvo aquí, y un instante después ya no hay nadie [...] De la primera propiedad [de la fuerza] (la capacidad de convertir a un ser humano en una cosa por el simple hecho de matarlo) fluye otra [...], la capacidad de convertir a un ser humano en una cosa mientras todavía está vivo. Está vivo; tiene un alma; y sin embargo, es una cosa... Y en cuanto al alma, ¡en qué casa tan extraña se encuentra entonces! ¿Quién puede decir cuánto debe adaptarse el alma a esa residencia, cuánto debe retorcerse e inclinarse, doblarse y plegarse sin cesar? El alma no fue hecha para vivir dentro de una cosa; si lo hace, bajo la presión de la necesidad, no hay un solo elemento de su naturaleza que no sea violentado....
Quizá todos los hombres, por el solo hecho de haber nacido, están destinados a sufrir la violencia; aun así, esta es una verdad ante la que el imperio de las circunstancias cierra los ojos de los hombres [....] Tienen en común el rechazo a creer que pertenecen a la misma especie: los débiles no ven la relación que mantienen con los fuertes, y a la inversa [....] [Los fuertes], al usar el poder, no sospechan que las consecuencias de sus actos se volverán, a la larga, contra ellos [....] [Pero eventualmente eso sucede y] nada, ningún escudo, se alza entre ellos y las lágrimas [...] Simone Weil, “La Ilíada o el poema de la fuerza”.


[...] En Ferrara, la vida es un infierno, una tortura sin escapatoria, sin un momento de sosiego. Sin duda, sus películas le deben mucho, conceptualmente, a Nicholas St. John, amigo y guionista de la mayoría de ellas. Pero esas películas tratan más de sentimientos que de conceptos –cómo se siente vivir sin gracia, ser víctima de la fuerza. La alienación es retratada de una manera tan intensa, en cuanto a los colores, las formas, las superficies, las luces y los cuerpos, que recordamos al Murnau de Amanecer (Sunrise, 1927), vivo todavía y haciendo películas exploitation. Las películas de Ferrara son malos viajes, muy malos viajes, de una moral intransigente.
Dice Ferrara:

Se trata más de sentimientos y emociones y de cómo los colores y las texturas provocan ciertos sentimientos. No se trata del tema, no pienso en el tema de la película. El objetivo no es la película; el objetivo es estar en ella por completo, estar involucrado como ser humano –conocimiento, auto-conocimiento, conocimiento de grupo, lo que sea. [...]


"Geometría de la fuerza. Abel Ferrara y Simone Weil"
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